A veces, como padres o cuidadores, pensamos que limitar mucho ciertos alimentos es la mejor manera de proteger a los niños y mantener una alimentación saludable. Sin embargo, la ciencia y la experiencia nos muestran que prohibir demasiado un alimento puede tener el efecto contrario: ¡hacer que los niños tengan más ganas de comerlo!
Cuando un alimento está completamente prohibido, puede convertirse en un «tesoro prohibido» en la mente de los pequeños. La prohibición genera curiosidad y deseo, y puede hacer que ese alimento se vuelva aún más atractivo. Además, al sentir que no pueden acceder a él, los niños pueden experimentar una mayor ansiedad o frustración, lo que puede llevarlos a quererlo aún más cuando tengan la oportunidad.
La clave está en el equilibrio y en enseñarles a disfrutar de todo con moderación. En lugar de prohibir, podemos ofrecer ese alimento en pequeñas cantidades, acompañándolo de una conversación sobre la importancia de comer con moderación y de mantener una alimentación variada y saludable. Así, los niños aprenden a tener una relación positiva con la comida, sin sentir que están siendo castigados o restringidos excesivamente.
Recuerda, fomentar una actitud relajada y positiva hacia la comida ayuda a que los niños desarrollen hábitos saludables y una relación equilibrada con la alimentación. ¡La clave está en el equilibrio y en el ejemplo que damos!